viernes, 26 de septiembre de 2008

MUCHO QUE COMETAR.
LAS OTRAS ESQUIRLAS
Por: Conrado Trapero Rivas
22/09/2008
Guadalajara.- Buenas noches; Mi nombre es Jaime y soy adicto -¡Animo Jaime, coreaban sus compañeros!- Tengo 16 años y no se a que vine aquí, soy un mediocre, le di en la madre a mi vida, estuve a punto de matar a mi mamá, mi padre me trajo a esta clínica custodiado por dos policías, he querido escaparme, pero me han retenido, me tratan bien, pero mi vida no tiene sentido, no me quiero, no siento amor por mi. Hoy, quiero pedirles perdón a mis padres por lo mucho que los he hecho sufrir. Se que estar aquí representa un sacrificio para ellos, pero no se si esto me va a servir. Allá afuera me sentía muy chingón, aquí me siento un mediocre, todo lo he arruinado en mi vida. Y así siguió por varios largos minutos Jaime, diciendo como se siente, hablando de agradecimiento y regresando a un profundo resentimiento. Jaime es hijo único y según su confesión hizo cosas inconfesables para un niño de su edad. No dijo cuales, pero si que intento matar a su madre ¿Por qué? Tal vez porque lo regaño, o por negarle el dinero que requería para comprar droga. Las esquirlas de la marihuana, la cocaína, el crack, pegaron en el corazón de esta familia.
Buenas noches: Mi nombre es Alicia y soy adicta, -¡Animo Alicia!- llegue a esta clínica en un estado deplorable. Deje de comer, solo deseaba drogarme y ahora gracias a Dios, después de seis largos meses de estar interna, estoy en la universidad, estudio música y anhelo ayudar a los jóvenes a través de ella, a que piensen en otra cosa. El mundo de las drogas es horrible. Llegue a lo más bajo y vi como mis cuates se hundían junto a mi y más. Ellos no tuvieron una familia que les echara la mano y tal vez algunos ya no estén aquí. Las esquirlas de la droga dañaron e hirieron a esta familia. Al parecer la terapia funciono y día a día entabla una nueva lucha, una nueva batalla para no reincidir.
Buenas noches mi nombre es Carlos y soy alcohólico -¡Animo Carlos!- Tengo más de sesenta años y tengo ocho de no probar nada, ni alcohol, ni nada. Tenía un exitoso restaurante y nos iba muy bien, pero mis amaneceres eran espantosos. La cruda no me dejaba vivir ni trabajar, hasta que perdí todo. Doy gracias a mi esposa que me apoyo y que pude ingresar a esta clínica. Todo fue muy duro, muy fuerte. El proceso de desintoxicación fue tremendo y en múltiples ocasiones quise tirar la toalla. Mis terapeutas y mis compañeros me animaban y aquí estoy, dispuesto a compartir mis experiencias y si de algo sirven, bien sea. Las esquirlas tampoco respetaron a esta familia, y en ella hubo mucho dolor y un largo proceso de readaptación.
Esto me toco vivirlo en el aniversario de una clínica de recuperación a la que asistí como invitado. En mi larga vida de conductor de programas de TV, me había tocado recibir a muchos grupos AA y muchos otros, pero nunca me impacto tanto como verlos en su clínica, con sus padres, sus esposas, sus hijos, sus terapeutas, valientemente confesándose adictos, en medio de un dolor que era evidente.
Las esquirlas del narcotráfico, hieren y matan a cientos de miles de mexicanos, tanto o más que las de una granada.

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