domingo, 26 de octubre de 2008

MUCHO QUE COMENTAR

Emilio González, gobernador de Jalisco
Bravucón de barrio


Conrado Trapero Rivas

Guadalajara.- Es difícil poner de acuerdo al dolor y a la paciencia; aquí en Jalisco hay mucho dolor y la paciencia se agotó. El desgaste moral y la nula credibilidad hacia las autoridades, y en específico contra el gobernador, propician actos que, años atrás, se habrían calificado como “faltas de respeto a la autoridad”.
Aquí, el respeto se perdió, y al gobernador güerito los policías bajo su mando le espetan un “ya cállate pendejo”, durante el acto luctuoso dedicado a tres agentes, a tres policías caídos en cumplimiento de su deber.
Hoy se asombran sus corifeos de la osadía de ese agente que, frente a las familias de los deudos, del procurador del estado y demás autoridades ahí presentes, lo haya mandado a callar de esa manera. Pero si mal no recuerdo, el respeto se gana, ese no viene por decreto, ni mucho menos es inherente al cargo.
Día a día se lo debería estar ganando con sus buenas acciones y acertadas decisiones en beneficio de la comunidad. Pero, no, el gobernador de Jalisco habla y reta, e increpa como aquel personaje de Paco Miller Don Roque, que le rajaba la cara a cualquiera. Emilio es bravero de barrio y lo único que provoca es pena ajena y risa sardónica, aun entre sus mismos colaboradores, quienes también, pero a soto vocce, dicen: “Ya que se calle este pendejo”.
La cosa no es para menos: habló, brabuconeó, retó, presumió que aquí nada pasaba, que Jalisco era seguro, que aquí nomás que le buscaran… y le buscaron. Recientemente dos granadas estallaron en el edificio de Seguridad Pública y ahora, los militares, esos que aquí no se necesitarían, hoy patrullan las calles de Lagos de Moreno (su tierra) y las de Puerto Vallarta, después de haber sido tiroteados y muertos varios policías y heridos algunos civiles.
Todos queremos eso, ¡hechos, no palabras! De bravucones estamos hasta el tope y más de este chamaco malcriado que no sabe para qué sirve el poder. Nosotros nos preguntamos, ¿cómo llegó a él?

domingo, 12 de octubre de 2008

MUCHO QUE COMENTAR
LA BURBUJA TRONO.
Por: Conrado Trapero Rivas
05/10/2008
Guadalajara.- Que duda cabe que nos esta pegando la crisis financiera de los EUA aunque lo nieguen. Basta con escuchar a las amas de casa para saber que los precios se han destapado, que el dinero no alcanza, que apretarse el cinturón para estirar el gasto esta al punto de pegar el ombligo con el espinazo y que los intereses nos están matando muy a pesar de que los “GURUS” de la economía oficial juran y perjuran que los mercados se regulan así mismos. ¡Ja!
Fracaso total de neo liberalismo económico, fin de la era del capitalismo salvaje donde ya nada será igual que hace treinta años; donde se afirma que regresa, que tiene que regresar por sus fueros el Estado a regular la economía.
Ante esta debacle del capitalismo se sepulta la afirmación de Reagan relativa a que el Estado era el problema, no la solución. El mundo feliz de ese planteamiento económico, cayó, se derrumbo, como muchas cosas que hace y piensa el hombre, que pergeña una idea creyendo que funcionara, la implementa, la pone en práctica, pero la codicia y la ambición de otros la echan por tierra. La era dorada de Wall Street se acabo, ahora se tendrán que manejar las cosas de otro modo. No más despilfarro ni fatuidad, ni sueldos de cuarenta millones de dólares al año como recientemente trascendió que ganaba el director de uno de los grandes bancos de inversión recién quebrado. Los otrora “amos del universo” ávidos de beneficios exorbitantes acaban de ingresar a “La Hoguera de Las Vanidades”.
No más economía de papel, no más economía virtual. La economía y su gran burbuja trono, se reventó como pompa de jabón. Ya se perdieron miles de empleos y más están por perderse. Entretanto, Baby Bush en un ataque de desesperación trata de salvar a su clase financiera, demostrando una vez más que los mercados no son capaces de auto-regularse. La serpiente se muerde su cola y cae victima de su propia voracidad.
Aquí lo preocupante estriba en que si bien se intenta salvar con los multicitados setecientos mil millones de dólares el patrimonio de los accionistas, no se ven beneficios para quienes van a tener que pagar esa deuda; trabajadores que solo poseen sus casas y sus empleos. Es decir (como cita Ignacio Ramonet en Le Monde Diplomatique) se privatizan los beneficios pero se socializan las perdidas. Puesto en lenguaje más simple: “Su hace pagar a los pobres las excentricidades irracionales de los banqueros.
Y aquí: ¿seguirán los banqueros con su ambición desmedida cobrando hasta por respirar, o se pondrán las pilas para propiciar que el crédito fluya, bajen los intereses y se revitalice el mercado interno?
¿Y el gobierno? Seguirá atesorando en bancos quebrados la reserva federal, o invertirá en infraestructura, en una decidida creación de empleos y de riqueza como lo hizo F. D. Roosevelt con su “New Deal”
Hay que pensar en México ¿O que?